jueves, 6 de octubre de 2011

Capítulo 25.

.Bruno.
Está todo tan borroso... Pestañeo un par de veces y empiezo a ver mejor. Hay un hombre acuclillado al lado mía. Se da cuenta de que me estoy despertando y dice:
- Eh, chico, al fin despiertas.
Miro extrañado al señor. No lo conozco. Empiezo a ver un poco mejor. Estoy en la calle. No recuerdo nada... odio que me pase eso... siempre me pasa cuando me dan una paliza... ¡Ya recuerdo!
- Vaya, qué monada de chica, ¿cómo te llamas?
- Déjála.
- O si no, ¿qué? ¿Me vas a pegar?
Ahora empiezo a recordar. Miro a mi alrededor. Isa. ¿Dónde está? Joder, siempre me sale todo mal. Nunca quedamos solos, bueno, puede que alguna que otra vez, pero esta vez, esta... iba a ser la definitiva... le iba a pedir salir. Y le va todo a la mierda por culpa de un capullo que no sé ni quién es.
Empiezo a levantarme, pero me duele todo demasiado. Aguanto y me levanto, poniendo muecas de dolor, mientras el hombre dice:
- ¿Estás bien?
- Sí. - mentí.
- ¿Qué ha pasado, chico?
- No lo recuerdo muy bien... - empiezo a mirar alrededor. Por el suelo encuentro mi móvil bueno, si a eso que queda de él se le puede llamar móvil. Se debió haber roto al caerme. Pero no encuentro lo que busco.
- ¿Qué pasa?
- Ah, nada... - en ese momento se me ocurre preguntarle a él. - ¿Ha visto usted a una chica con el pelo castaño, un poco más baja que yo?
- Mm... ¿la que iba contigo?
- Exacto.
- Ah, pues... se fue con un chico.
No. Se la había llevado. No, no, no, no. ¿Y ahora dónde está? ¿Qué le estará haciendo ese desgraciado?

.Isa.
¿Cuánto tiempo llevábamos corriendo? Dios, no, otra vez esa sensación no. ¿¡Pero no lo había superado ya!? Paramos, al fin. Pero no suelta mi mano. ¿Por qué no la suelta? ¡Sueltala! ¿Que la suelte? Ya, claro, como si fuera eso lo que quieres... Sh, calla. Además, Bruno no está tan mal, pero no sé si querrá algo conmigo... ¡Bruno! ¿Dónde estará?
- Hola. - dijo él.
¿¡Hola!? ¡Llevamos no sé cuánto tiempo corriendo y dice "Hola"! No sé si reirme o llorar.
- ¿Hola?
- Sí, hola. 
- ¿¡Hola!? ¿¡Ahora dices hola!? - silencio. Ya que él no habla, hablaré yo. - ¿Qué haces aquí? ¡Esto es Italia! ¿¡Cómo es que estás aquí!? Espera, no, esto es una pesadilla. Tiene que ser eso. Es demasiado. Es una pesadilla. Me despertaré.
- ¿Una pesadilla? - dice apenado. - ¿Tan poco te gusta volver a verme?
Me quedo callada. Ahí me ha dado. No sé qué decir.
- Bueno, el silencio otorga. - dijo serio. - Me voy. Compraré otro billete de avión, y volveré a España, igual que vine, solo.
- ¿So... solo? - dije, dudosa, no sabía qué decir. ¿En serio vino solo simplemente para verme?
- Sí, y todo por verte a ti, porque necesitaba volver a verte, escucharte... Pero no ha servido de nada. ¡Una pesadilla! Hubiera sido mejor que no hubiera venido... Entonces sí que hubiera sido una pesadilla. ¡Ni si quiera me das las gracias por haberte llevado de ahí! Adiós Isa.
Se da media vuelta y se va.
- ¡Álvaro! - grito, pero sigue andando, no me hace caso. - ¡Álvaro! - pero sigue andando. Empiezo a correr, ya que va andando rápido y a paso decidido. Consigo acercarme lo justo para aguantarle de esa camisa que lleva. Se la regalé yo... - ¡Álvaro! ¡Para! - entonces se paró en seco. - Mírame, ¿no? - le dije, a lo que él se dio la vuelta.
Le miré un rato a los ojos. No podía, no así. Lo tenía delante, tenía tantas ganas de abrazarle. No, Isa, no. No quieres abrazarle, ya no sientes nada por él. ¿Y entonces por qué se te están saltando las lágrimas? No se me están saltando las lágrimas... Vale, puede... Quiero abrazarlo... No puedo. ¿Por qué? Hace tres meses que no le veo. A saber cómo reacciona. Oh, vamos, ¿crees que si no quisiera estaría ahora mismo ahí, en Italia? No lo sé... Me rindo. Me abrazo a él y empiezo a llorar. Él corresponde mi abrazo. ¿Pero qué me pasa? ¿Por qué lloro? Puede que sea por todo lo de hoy. Pero más que nada por él. ¿Por qué por él? Lo había olvidado. Sí, lo había olvidado, y tiene que seguir así. Me separo y me siento en un banco. Él me mira extrañado. Se sienta a mi lado.
- Gracias. - dije en apenas un susurro.
Él sonrió.
- Denada. - dijo.
Estuvimos un rato en silencio, no sé cuánto tiempo.
- ¿Qué haces aquí? - dije más relajada que la vez anterior.
- He venido a ver al amor de mi vida.
¿Eso era por mí? ¿Qué le digo? La verdad, que le quieres. No le quiero. Sí le quieres. ¡Que no!
- Pero al parecer ella no se alegra tanto de verme como yo a ella.
- ¡Yo si me alegro de verte!
- Pues no lo parece.
- ¿Cómo que no lo parece? ¿Qué tengo que hacer para que lo parezca? - dije irónica.
- Dame un beso. - dijo sonriendo pícaramente.
- ¿Qué? - dije, incrédula.
- Que me des un beso.
- ¿Por qué debería hacerlo?
- Si realmente te alegras de volver a verme, dame un beso. - lo miro levantando una ceja. Él ríe, adoro su risa. - Venga, Isa, no es tan difícil.
- Pero que me alegre de verte no significa que...
Me interrumpe. Con nada más ni nada menos que un beso. Cuánto añoraba esto. ¿¡Pero qué estoy diciendo!? Isa, ¡no! ¿No has aprendido del pasado? A quién quiero engañar, mi corazón es más fuerte que mi mente. Me dejo llevar. Me rodea la cintura y me acerca lo más posible a él. Con la otra mano me apreta por la nuca contra él. Abro los ojos y veo algo que hace que una pequeña parte de mí, se rompa.

.Bruno.
Voy andando, sin rumbo. Buscándola. No la encuentro. Ya no sé por dónde buscar. ¡Seguro que la tiene ese asqueroso! No quiero saber lo que le habrá hecho. Sigo andando, mirando al suelo. De repente, subo la vista, y ahí veo algo que me rompe el alma. Una pequeña lágrima cae por mi mejilla. Ese no es el asqueroso... ¿entonces quién es? ¿Y por qué la está besando? Ella abre los ojos y me ve. Me doy media vuelta y me voy, con los ojos llorosos, aguantando las ganas de llorar, que no durarán mucho sin caer.
- ¡Bruno! - escuché a lo lejos.
¿Por qué ahora? ¿Por qué justo hoy? ¡Me siento como un estúpido! ¡Y pensaba que podría tener posibilidades con ella! ¡Soy un completo estúpido!
- ¡Bruno! - volví a escuchar, esta vez más cerca. - ¡Bruno, para, por favor!
¿Para qué parar? ¿Qué quiere que haga? ¿Qué quiere decirme? ¿Quiere seguir jugando conmigo?
- ¡Bruno! - esta vez la noté a apenas un metro de mí. Me rindo, y paro.
- Bruno, deja que te...
- No, no hay nada que explicar.
- Pero...
- No hay nada que explicar, pero llevo no sé cuánto tiempo buscándote, desesperado, pensando que te habías ido con el asqueroso ese, y llego y, ¡fíjate lo que me encuentro! ¡A ti, morreándote con otro, a quién ni si quiera conozco! - hago una pausa. - Y lo mejor de todo, no lo sabes.
- ¿Qué es lo que no sé?
- Isa, te quiero.
Silencio. No sabe qué decir. Me siento en un banco y se sienta a mi lado.Veo al otro mirándonos a lo lejos, pero no se acerca. Mejor, él no pinta nada aquí.
- ¿Cómo estás? - dijo ella.
- ¿¡Qué cómo estoy!?
- Por lo del empujón y eso...
- Ah... Pues ahí estoy.
- Espero que te mejores... - dijo, y después esbozó una pequeña sonrisa, no lo suficiente para animarme.
- ¿Quién es ese? - dije. Ya no podía aguantar más las ganas de preguntar.
- Ese es Álvaro...
Ah, ahora entiendo todo. Álvaro, el de España, ¿qué hace ese aquí?
- ¿Y qué hace aquí?
- Ha venido a verme...
- Ah, vaya... - miro el reloj. - Bueno, es tarde, debería volver a casa. - mentí. Era de noche, sí, pero podría llegar más tarde. - ¿Te acompaño o te acompaña él?
- Vuelvo con él si eso...
- Bueno, vale. - me levanté. - Adiós, Isa. Ya hablaremos.
- Adiós, Bruno. - dijo ella, y se levantó.
Yo fui hacia mi casa y ella en dirección contraria, hacia Álvaro.

.Isa.
Siempre. Siempre igual. ¡Toda mi vida es todo el rato igual! Cuando todo empieza a ir bien, algo destruye el plan. Llego hacia dónde está Álvaro.
- ¿Va todo bien? - pregunta él.
- No demasiado...
- ¿Qué ha pasado?
- Pues no sé, la verdad...
- ¿Quién era ese?
- Bruno. Es mi mejor amigo...
- ¿Y qué ha pasado?
- Bueno... se acaba de declarar.
- ¿Por eso se había puesto así?
- Sí... pero yo me acabo de enterar...
- Y eso... te afecta mucho, ¿verdad?
- Sí...
- ¿Le quieres?
Eso pensaba antes de que llegaras aquí.
- No de esa forma. Pero no quiero perderle. Es mi mejor amigo, Álvaro. Él me ayudó cuándo llegué, cuando me fui de España, cuando tu y yo... ya sabes.
-Sí, lo sé y te entiendo. Espero que arregléis las cosas.
Nos callamos. Un buen rato. Hasta que dijo:
- Isa, quería preguntarte algo.
- Dime.
- ¿Quieres volver a salir conmigo?
___________________________________________________________________________________
Buenas!(:
Aquí les dejo el capítulo 25.
Os gustó? Espero que sí;)
Muchos besos, intentaré publicar pronto.

1 comentario: