Me encontraba sola en una habitación sin fin. Seguí caminando y parecía ver dos sombras. Me fui acercando y vi a Eva y a Javi. Se estaban besando, hasta que me vieron, y pararon. Entonces, Eva dijo:
- Isa, no es lo que parece...
- ¿Ah, no? ¿Entonces lo del parque tampoco?
- ¿Nos espiaste en el parque? - dijo Javi, enfadándose.
- ¡Nos has espiado! ¿Por qué lo hiciste? - dijo Eva, bastante cabreada.
- ¡¿Por qué no me lo contasteis?! ¡Esa fue la razón! Me decís que por qué os espié, pero deberíais preguntaros el por qué no me lo contasteis.
- Aún así no deberías haberlo hecho...- dijo Eva.
- Y vosotros deberíais habérmelo contado. ¿Ya no confiáis en mí, o qué?
Hubo un incómodo silencio. Entonces, Javi dijo en voz baja:
- No te lo contamos porque no queríamos hacerte daño.
- ¡Pues ahora me habéis hecho más daño aún que si me lo hubierais contado desde el primer momento! - grité, y me fui corriendo, sin rumbo.
Me desperté de repente. Eran las 7 y media de la mañana. Genial, un sábado despertándome temprano. ¿Algo más frustrante en un día así? Intenté volver a dormirme, pero no conseguí conciliar el sueño de nuevo, así que me levanté y fui a la cocina a tomarme un vaso de leche y algunas galletas. Cuando terminé, fui al salón y me puse la tele. Apenas le eché cuenta, ya que no paraba de pensar en el sueño. ¿Debería preguntárselo? ¿O sería mejor seguir haciéndome la tonta? Miles de preguntas se debatían en mi interior, pensando si se enfadarían conmigo o no. Llevaba toda la semana así, sin saber qué hacer y teniendo el mismo sueño de siempre. Me tumbé en el sofá e intenté relajarme, hasta que me quedé dormida de nuevo.
- Isa, despierta, que son las doce. - escuché a mi madre.
- ¿Ya son las doce? - dije medio adormilada.
- Sí, cariño. ¿Qué hacías en el sofá?
- Ah, es que... me desperté y no podía dormir...
- Ya sabes que no me gusta que te levantes por la noche y te pongas la tele, ¿eh?
- Ya, ya. Pero es que había tenido un sueño y no pude dormir...
- ¿Qué sueño tuviste?
- Pues era... una pesadilla, ahora mismo no la recuerdo bien...
- Bueno, pero al final has dormido, ¿no?
- Sí, sí.
- Pues venga. ¡A recoger la casa que está todo por medio y van a venir de visita!
- ¿Quienes?
- Una antigua amiga mía, que estaba de viaje por el trabajo y después de 10 años ha conseguido un trabajo aquí que no está mal. Tiene un hijo de tu edad más o menos, pero seguro que no te acuerdas de él.
- ¿Cómo se llamaba él?
- Álvaro.
- Álvaro... ¿era rubio?
- Sí.
- Ah, creo que me acuerdo de él...
- Bueno, luego lo verás. ¡A recoger!
Y me fui a mi cuarto. Dios, parecía una leonera. Me asomé a la puerta y le grité a mi madre:
- ¿A qué hora dices que venían?
- ¡A las doce y media!
En media hora todo recogido... Bueno, nuevo reto para mí. Vivíamos en una casa grandecita, tenía dos pisos y arriba del todo había una pequeña terracita perfectas para las noches de verano. Vivíamos mi madre mi madre y yo solas. Bueno, con el perro, pero eso no cuenta. Vivimos solas porque mis padres están separados, y mi padre se llevó a mi hermana pequeña donde vive él, es decir, en Italia, por asuntos de trabajo. Eso pasó hace casi seis años, así que tampoco lo recuerdo del todo bien.
Recogiendo las cosas me acordé de Sergio... No sabía nada de él desde la fiesta. Creo que le sentó mal que le separara. Pero es que no sé... Sergio es muy buen chico y eso... pero no me llega a llenar del todo, y no quiero hacerle daño... Tal vez debería llamarle, y saber de él... Pero eso sería más tarde porque son y veinticinco y tengo que vestirme.
Fui al armario y me puse un vestido celeste sin mangas para estar en casa, lo más fresquito del mundo. Me puse una diadema celeste, (a juego con el vestido) y mis chanclas blancas. Cuando terminé, fui a mi cuarto a por mi iPod cuando escuché a mi madre:
- ¡Isa! ¡Ya han llegado!
- ¡Ya bajo, mamá!
Así que bajé. Y justo en frente de la escalera estaban las dos, felices de haberse reencontrado. Bajé y mi madre me dijo:
- Isa, te presento a Carmen, la amiga de la que te hablé antes.
- Encantada, soy Isa. - le dije a Carmen con una sonrisa.
- Igualmente. - ahora se dirijió a mi madre. - Es cierto, Susana, tendrá más o menos la edad de Álvaro.
- ¿Dónde está? - pregunté yo.
- Ah, había ido a la cocina a beber agua... Ahí viene.
Entonces por la puerta de la cocina apareció él. Me olvidé de todo. Fuera Javis, fuera Sergios... Apareció un chico alto, rubio, con unos ojos azules preciosos, y bastante guapo. No soy de las que cree en el amor a primera vista, pero cuando le ví, sentí algo por dentro que no sentía cuando conocía a todos los chicos. Tuve la impresión de que este chico iba a ser diferente.
Me encantó!!!!Mmm, quiero saber mas cosas sobre este nuevo chico;)
ResponderEliminarCuídate, nos vemos:D
Any